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El mundo privado reacciona contra la élite rusa ¿Llegó el fin de Putin Inc.?
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Pocos encarnan el ascenso de los oligarcas rusos en Occidente como Roman Abramovich. Asimismo, pocos encarnan como él su caída. De ser clientes apetecidos por banqueros y contadores, los millonarios rusos, muchos con vínculos muy cercanos al Kremlin, están vendiendo sus activos o tratando de pasar desapercibidos.
No será fácil. Occidente ha prometido, en palabras de Joe Biden, salir a “cazarlos”. “No más shopping en Milán, no más fiestas en San Tropez, no más diamantes en Amberes”, había tuiteado antes Joseph Borrell, el representante de asuntos exteriores de la UE.
Además de empresas y políticos, Estados Unidos y la UE han sancionado a decenas de millonarios rusos desde la invasión de Rusia en Crimea, en 2014. Esta semana, Washington actualizó la lista agregando cargos a 14 empresarios. Bruselas hizo lo mismo con 11, y Reino Unido a cuenta gotas ha ido sumando nombres, hasta ahora en una decena.
La lentitud de Londres ha generado estupor en la opinión pública, que de repente ya no se siente tan cómoda con sus ilustres residentes. Francia embargó el jueves el yate de Igor Sechin, uno de los millonarios más cercanos a Putin.
La embarcación de lujo Amore Vero, valorada en US$ 120 millones, se preparaba para zarpar desde el puerto La Ciotat, en el Mediterráneo. Hamburgo ha “congelado” el súper yate Dilbr de Alisher Usmanov, magnate de los metales y telecomunicaciones. El bote está valorado en US$ 600 millones, y la fortuna de Usmanov en US$ 14.300 millones.
Bienvenidos a Londongrad
Si los cálculos de Forbes están correctos, la fortuna de Usmanov es algo mayor a la Abramovich. El pronto exdueño del club de fútbol Chelsea (este miércoles, tras las sanciones impuestas a oligarcas rusos, anunció que “lo mejor es venderlo”) tampoco tiene la casa más grande en Londres.
Su impresionante mansión en el 16 de Kensington Palace Gardens, valorada en US$ 160 millones, queda pequeña comparada con Wintanhurst, la mansión del magnate de los fertilizantes, Andrey Guryev. Wintanhurst, ubicada en el exclusivo sector de Highgate, es la segunda mansión más grande de Londres, superada solo por el mismísimo palacio de Buckingham.
Guryev es fundador y presidente de PhosAgro, y su hijo, Andrey Jr., es el CEO. Pero sus nombres habían pasado por debajo del radar hasta ahora, quedando afuera de la lista de sanciones. Guryev Jr., sin embargo, estuvo entre los empresarios llamados a presentarse ante el Kremlin tras el inicio de la invasión.
Por el contrario, el rostro y nombre de Abramovich fue el primero en aparecer en los titulares. Aunque se reporta que no vive en Londres desde 2018, es el símbolo de “Londongrad”, en referencia a las docenas de millonarios que siguieron sus pasos hacia la capital inglesa.
Cuando Abramovich aterrizó en Londres en 2003 para adquirir el Chelsea, la recepción no fue muy entusiasta. El joven empresario ruso, entonces de 36 años y con una fortuna que ya se cifraba por sobre los US$ 5.000 millones, llegaba con suficiente capital para adquirir una de las joyas del fútbol inglés (actual campeón de Europa).
Para la élite londinense, el hombre era un desconocido recién salido de Siberia. En ese entonces, Abramovich ya era gobernador de Chukotka, una zona aún más fría y pobre que Siberia.
En las últimas dos décadas tanto él como muchos millonarios rusos conquistaron el corazón de Londres. Un pequeño ejército de abogados, contadores, banqueros y publicistas facilitaron a los nuevos millonarios que Rusia iba generando adquirir propiedades y empresas.
Sus negocios los acercaron a políticos, les abrieron las puertas a fundaciones y a patronajes. En el caso de Lord Evgeny Lebedev, dueño de The Independent y de Evening Standard, la puerta de la Cámara de los Lores.
En “Londongrad” los millonarios del país de Europa del Este, o sus empresas offshores, son dueñas de las mayorías de casas en los enclaves más exclusivos de la ciudad: Eaton Square (llamada incluso “la Plaza Roja”), Belgrave Square, Highgate; y St George’s Hill, en Surrey.
También en Surrey, está Wentworth State, el inmueble en que Augusto Pinochet pasó su arresto domiciliario; es la residencia del millonario Mikhail Warton, quien fue hallado colgado en su garaje el lunes pasado. Warton nació en Ucrania bajo el apellido Toltosheva, y como otros tantos millonarios exsoviéticos hizo su fortuna en la época de la privatización del petróleo y el gas.
En Surrey, está Wentworth State, el inmueble en que Augusto Pinochet pasó su arresto domiciliario; es la residencia del millonario Mikhail Warton, quien fue hallado colgado en su garaje el lunes pasado.
En la mira de Occidente
Una gran diferencia con otras guerras y conflictos es la rapidez de la reacción del sector privado. En la época de la inversión responsable, y donde un mal tuit puede costar millones en los balances, bancos, bufetes de abogados, consultoras y políticos se apresuran por romper lazos con sus clientes y socios rusos.
Es como si de repente, Occidente haya tomado conciencia de cómo se gestaron todos esos millones que financiaron auges inmobiliarios y financieros en Mónaco, Ginebra, la Costa Azul, Nueva York y Londres.
En un cable enviado en octubre de 2008, el entonces embajador de EEUU en Moscú, John Bearley, lo resumía bien: “…los siloviki, la poderosa agrupación en torno al cardenal gris del Kremlin, Igor Sechin, y el secretario del Consejo de Seguridad, Nikolay Patrushev, han buscado romper con los oligarcas, confiscar y amalgamar sus activos en empresas estatales bajo el control de los siloviki y limitar así la influencia de Occidente”.
El pilar de la fortuna de Guryev, por ejemplo, fueron las acciones de Mikhail Khodorkovsky en PhosAgro. Khodorkovsky llegó a ser el hombre más rico de Rusia, un verdadero rival en poder al joven Putin. A pesar de su pasado en el partido comunista y conexiones como jefe de la petrolera Yukos, el empresario fue rápidamente anulado por Putin y el poderoso grupo de exagentes de la KGB que tomó junto a él el control del Kremlin. Abramovich y Seguin también adquirieron algunas de las propiedades de Khodorkovsky, quien vive en el exilio.